Elemento cilindrico giratorio unido a la rueda, sobre cuya superficie interior actúan los forros de rozamiento de las zapatas del freno.
Las características del tambor más importantes son: resistencia a la abrasión, buena conductibilidad térmica para facilitar la disipación del calor, y peso reducido.
Para obtener la necesaria resistencia al desgaste, producido por los rozamientos y las altas temperaturas, se utiliza preferentemente la fundición; ésta, dotada de buenas características mecánicas y de colabilidad, tiene la desventaja de ser muy pesada. Esto es bastante grave en el caso de los tambores de freno, puesto que su peso influye tanto sobre el de todo el vehículo como sobre la inercia de las ruedas.
Colocando los frenos en el interior, solución adoptada en los años cincuenta por Mercedes y Lancia, se obtienen también mejoras, pero sólo en cuanto a las masas no suspendidas
La solución más conveniente es la adopción de tambores denominados bimetálicos, formados por un cuerpo de aleación ligera dentro del cual se incluye un aro de fundición; con tambores de este tipo se obtiene una notable ligereza y una refrigeración más eficaz por la óptima conductibilidad térmica del aluminio.
Para mejorar la refrigeración se suele dotar la superficie del tambor con aletas circunferenciales u oblicuas; en este último caso se estudian su orientación y dirección con objeto de poder aprovechar la circulación del aire en el interior de las llantas denominadas autoventilantes.
Por otra parte, el tambor puede deteriorarse cuando, por el desgaste total de los forros de rozamiento, la superficie entra en contacto con partes metálicas (clavos de fijación, zapatas); en tal caso, es necesario devolver la forma perfectamente cilindrica a la superficie interior con un rectificado.