Término de significado muy amplio, que indica en general una serie de pruebas y controles encaminados a definir la eficiencia de un vehículo a motor.
Existen diversos tipos de verificación. Desde el punto de vista del Código de Circulación, la verificación consiste en la comprobación de los requisitos exigidos para la circulación de los vehículos o de algunas de sus partes (como, por ejemplo, la instalación para gases licuados). A tal fin, esta verificación puede ser considerada como el aspecto técnico de la homologación del tipo (para los vehículos nuevos, fabricados en serie), o bien de la homologación de ejemplar único (para los prototipos o los vehículos de importación), o como la revisión para los vehículos usados o dotados de características especiales.
Por lo que respecta a las marcas automovilísticas, cabe distinguir la verificación final (efectuada sobre todos los vehículos que salen de las cadenas de montaje) y la verificación de pruebas (efectuadas por los talleres de las marcas al objeto de detectar eventuales defectos).
La verificación final que se realiza en las fábricas consiste, generalmente, en una prueba de carretera, con tramos de distintas características; una prueba de estanquidad (prueba de la lluvia), y la regulación de los carburadores, del encendido y de las luces. Sobre una ficha se van indicando los eventuales defectos detectados, mecánicos o estéticos, que, en función de su gravedad o de la política de calidad seguida por la marca, son eliminados o al menos reparados. El tiempo de que dispone un verificador para la prueba varía, en función de la categoría del vehículo, desde un mínimo de 10 mn hasta 1 h.