Productos de la degradación del aceite lubricante que se depositan en las partes inferiores del motor (especialmente en el cárter y bajo la tapa de los balancines) y que pueden obstruir el circuito de lubricación provocando el gripado de los pistones y la fusión de los cojinetes.
Son producidos por reacciones químicas complejas, como la oxidación del lubricante (causada por las temperaturas elevadas), la interacción de los productos de la combustión (gases de escape, agua y residuos de carbonilla) y las reacciones especiales de los diferentes aditivos contenidos en el aceite.
Los posos son substancias gomosas poco consistentes y de color pardusco; están constituidos por hidrocarburos y agua de condensación con trazas de productos carbonosos, residuos y cenizas. Su formación es consecuencia natural del envejecimiento del aceite: las partes del motor que se encuentran a alta temperatura provocan la oxidación del aceite, y las partes que están a baja temperatura facilitan la condensación de los vapores ácidos que catalizan (es decir, aceleran) las reacciones de degradación. Si, además, el motor se hace funcionar en frío con continuas paradas y arranques (stop and go) la estanquidad de los segmentos resulta imperfecta, la combustión incompleta y los gases calientes se infiltran en el cárter y provocan una enorme contaminación del lubricante.
La cantidad mayor de posos se forma precisamente en los motores que están obligados a funcionar durante largos períodos con temperaturas del aceite inferiores a 80 °C.
La formación de posos puede aminorarse mediante un correcto entretenimiento del motor, un tipo de conducción adecuado y el empleo de lubricantes apropiados. Por ejemplo, un control del funcionamiento del termostato del circuito de refrigeración permite comprobar que el motor alcanza rápidamente la temperatura de régimen y la mantiene; en otros términos, esto significa que el motor alcanza en poco tiempo los juegos de funcionamiento de proyecto impidiendo entre otras cosas la infiltración perjudicial de los productos de la combustión al cárter. Además, tiene importancia el correcto entretenimiento de todas las demás piezas (encendido, válvulas, etc.) que pueden influir directamente sobre la combustión y, por tanto, sobre los productos que contaminan el aceite, el tipo de conducción (por ejemplo, el empleo excesivo del estárter) y el servicio a que son destinados los vehículos (marcha en ciudad con el motor fuera de régimen). El perjuicio causado por los posos es mitigado generalmente por filtros de cartucho o por filtros centrífugos, cuya finalidad es separar del aceite la parte de los posos más pesada. El empleo de aceites con aditivos, del tipo MM y MS, con detergentes y dispersantes, impide que los posos se depositen sobre las partes fijas y móviles del motor; su efecto más sobresaliente es la facilidad con que se ensucian inmediatamente después de ser introducidos en el motor: esta característica es un índice de la buena calidad del aceite utilizado; cuantos más posos en suspensión existen, menor es el número de los que se depositan en el motor.
Puesto que la acción de estos aditivos disminuye con el tiempo, cuando se quiera emplear el aceite durante un largo período es necesario que los aditivos dispersantes estén presentes en unos porcentajes considerables. Para el control de la calidad antiposos del aceite sirve de ayuda el conocimiento de las pruebas (especificaciones) que el aceite ha superado al hacer la homologación del mismo los constructores de motores o las entidades especializadas. El empleo de aceites minerales sin aditivos (tipo ML) necesitaría una substitución de aceite tan frecuente que resultaría antieconómico desde el punto de vista del entretenimiento.
Además de los posos negros normales, algunos motores producen posos blancuzcos. En este caso se trata de una emulsión de agua de condensación con aditivos del aceite, generalmente dispersantes-detergentes, que, según el tipo, resultan especialmente hidrófilos. Se forman en zonas bastante frías de los motores (por ejemplo, debajo del tapón de llenado del aceite y, alguna vez, en la tapa de los balancines), zonas que, de todos modos, no son siempre las mismas en todos los motores. Los posos blancos se forman en pequeña cantidad y no resultan perjudiciales.