Hacia el final del siglo pasado, las fundiciones de Aquisgrán, una de las más antiguas e importantes industrias alemanas constructoras de componentes para bicicletas, se dedicaron con éxito a la construcción de motores con la marca Fafnir. Sus propulsores, de 1, 2 y 4 cilindros con refrigeración por agua equiparon gran parte de los automóviles ligeros construidos en Alemania en aquellos años, tanto que llegó a hablarse de un verdadero monopolio de la Fafnir Werke en este factor.
En 1904, la marca alemana lanzó un original tipo de caja de montaje, denominado Omnimobil, para la construcción particular de automóviles ligeros. A pesar de la experiencia acumulada con los motores y componentes, la Fafnir decidió pasar a la fabricación de coches únicamente en 1908, presentando 3 automóviles convencionales de 4 cilindros: el tipo 374, de 6/14 CV y 1.520 ce (70 x 99 mm), y el tipo 284, de 8/16 CV y 3.013 ce (80 x 99 mm).
El tipo 384 de 1910 de concepción más moderna, siguiendo la tendencia general del momento, de proyectar los motores con carreras más largas, con lo que tenía valores de carrera y diámetro de 80 x 135 mm. Más tarde siguió el tipo 472, uno de los últimos modelos de la anteguerra, con potencia de 8/32 CV y una cilindrada de 1.924 ce, que fue considerado como uno de los automóviles alemanes más adelantados; iba dotado de palanca del cambio en el interior del habitáculo, grupo motor-cambio, lubricación automática y bastidor rebajado.
Versiones mejoradas de este último modelo y del anterior tipo 384 permanecieron en producción hasta 1920, siendo luego substituidas por el tipo 476, de 9/30 CV. Al período posbélico pertenece también el modelo 471, de 8/50 CV, cuya versión sobrealimentada desarrollaba una potencia de 80 CV y una velocidad máxima de 120-140 km/h. Dicho coche consiguió numerosos éxitos deportivos y el propio Rudolf Caracciola, destinado a convertirse en uno de los mejores pilotos de todos los tiempos, cosechó sus primeros laureles precisamente con un Fafnir; recuérdese su victoria en el circuito de Rüsselheim, así como su buena actuación en la carrera del Avus de 1922.
La excelente fama y los éxitos deportivos no impideron la suspensión de la actividad automovilística de la empresa de Aquisgrán, que llegó en 1936.