Voz tomada del inglés (guardrail), con la que se indica la barrera de protección destinada a impedir que los vehículos se salgan de la calzada. Se construye de modo que absorba la energía del vehículo, si se produce un choque con ángulo de incidencia pequeño, y que no lo devuelva al centro de la calzada, lo cual resultaría muy peligroso por la posibilidad de colisiones con otros vehículos.
En los guardarraíles de acero la energía cinética se transforma en trabajo de deformación del material. En caso de choque oblicuo, el automóvil prosigue su movimiento rozando la barrera hasta detenerse; con ello existe la posibilidad de que el conductor consiga recuperar el control del vehículo. A veces el guardarraíl se construye de cemento, pero su eficacia es menor, porque le falta la posibilidad de deformarse plásticamente y absorber energía.
Los guardarraíles pueden tener también función de conducción óptica, pues, al proveerlos de catafaros, delimitan la calzada y facilitan la conducción durante la noche.