Tratamiento térmico superficial que tiene la finalidad de dar a la pieza en cuestión una dureza superficial elevada. Dicho tratamiento, consistente en la adsorción de nitrógeno por parte de la superficie de la pieza, puede efectuarse con aceros y con fundiciones; la adsorción se realiza situando la pieza a una temperatura de unos 500 ºC durante 70-80 h en un ambiente con abundante amoníaco.
Los elementos de la aleación ejercen una notable influencia en la profundidad de la nitruración. En los aceros, posee una influencia especial la presencia de aluminio. Los aceros de nitruración normalizados, todos ellos aleados, son los siguientes: 30 CrMo 12; 36 CrMoV 12; 42 CrAlMo 7, y 38 CrAlMo 7. Antes del nitrurado, el acero debe someterse a un proceso de bonificación.
La nitruración presenta las siguientes ventajas:
- dureza superficial muy elevada (hasta HV = 900-1.000 kg/mm2, en lugar de los 700 kg/mm2 que pueden alcanzarse con la cementación);
- conveniencia, sobre todo en las piezas de dimensiones notables sometidas a fuertes rozamientos, ya que evita el empleo de materiales muy costosos y de elevada dureza.
Sin embargo, la nitruración tiene el inconveniente de que, además de requerir aceros aleados, presenta el riesgo de aparición de fenómenos de fragilidad en la pieza tratada o de hundimiento de la capa superficial endurecida. Para evitar o limitar dichos inconvenientes, se prefiere utilizar aceros o aleaciones de tipo autotemplable, caracterizados por una buena dureza, incluso en correspondencia con el número de la pieza.
La nitruración se efectúa en piezas que deben someterse a fuertes desgastes; en especial, cigüeñales muy solicitados y árboles de levas.