Piel de origen animal que se emplea para el secado de la carrocería después del lavado. En realidad, las variedades que se encuentran en el comercio no provienen generalmente de las gamuzas, sino de otros animales y, más recientemente, de productos artificiales.
Las características principales de una buena gamuza son la blandura y la porosidad. Las auténticas presentan mayor consistencia y son más resistentes al deshilachamiento y al desgaste. Se reconocen por ligeras nerviaciones a un lado de la piel. Una propiedad de las pieles naturales (con independencia del animal de origen) la constituye su escasa resistencia química a los ácidos, al agua caliente y a los detergentes. Para prolongar su duración es conveniente lavarlas con jabón, aclararlas varias veces en agua tibia y dejarlas secar sin retorcerlas excesivamente para escurrirlas.
Las pieles sintéticas suelen estar constituidas por fibras artificiales mezcladas con algodón; su precio resulta inferior al de las gamuzas naturales, aunque tampoco son tan blandas y absorbentes como éstas. Sin embargo, los productos artificiales son más resistentes a los ácidos y a los detergentes. Pueden conservarse en recipientes ligeramente húmedos y enjabonados, sin resultar deteriorados.