Término inglés usado internacionalmente para indicar la disminución de eficiencia de los frenos (de tambor o de disco) debida al sobrecalentamiento de los forros de fricción. El fenómeno depende de que el coeficiente de rozamiento de los materiales usados en los forros no es constante, sino que disminuye a medida que aumenta la temperatura. La mayor parte de los materiales resiste bien hasta temperaturas del orden de unos 200-300 °C, después de lo cual el rozamiento desciende a valores bastante bajos, obligando a ejercer sobre el pedal un esfuerzo mucho más elevado.
En los frenos de tambor el fading tiene lugar con mucha facilidad, pero, dado que las temperaturas no suelen superar los '300 °C, una vez ha cesado la acción del calentamiento, los frenos vuelven a sus condiciones iniciales.
Por el contrario, en los frenos de disco las temperaturas superan fácilmente los 400 °C, incluso en condiciones normales; por tanto, la estructura y la consistencia del material pueden resultar modificadas permanentemente, obligando a la substitución de las pastillas. Por tanto, el material debe ser de mucha más calidad que el empleado en los frenos de tambor. Algunos materiales consiguen aumentar el coeficiente de rozamiento en lugar de disminuirlo, hasta una cierta temperatura.
El fenómeno del fading suele producirse cuando se montan pastillas o zapatas nuevas sin rectificar o tornear superficies: en esos casos el contacto se realiza sobre una superficie restringida, con presiones altas que desarrollan temperaturas muy elevadas.