La distancia entre los platinos o contactos del ruptor es esencial para el correcto funcionamiento del motor. Con el uso, el martillo de fibra está sometido a un desgaste natural que lleva a los platinos a aproximarse gradualmente: con esto se disminuyen el tiempo y el ángulo (dwell) durante el cual los platinos permanecen abiertos, causando un retraso del avance fijo. En la práctica se traduce en que todos los motores, después de un cierto período (10.000-20.000 km) van retrasados y con los platinos cerrados (juntos).
Además de la pérdida de potencia, consecuencia del retraso del encendido, los platinos con distancia insuficiente provocan un excesivo chisporreteo a bajos regímenes, con el consiguiente quemado de los platinos y disminución de la tensión en las bujías. En estas condiciones el motor puede tener dificultades de arranque, sobre todo con el motor frío.
Al igual que una distancia pequeña provoca los inconvenientes descritos, una distancia demasiado grande produce un tiempo de cierre demasiado breve, que no permite a la bobina recibir energía suficiente para hacer saltar la chispa a regímenes altos.
Dado que al separar los platinos se avanza el encendido, cada vez que se regula la distancia es necesario proceder también al control del avance fijo. La operación correcta consiste en controlar primero la distancia de los platinos y a continuación el avance.
Finalmente, conviene subrayar que la medida de la distancia se efectúa a través del ángulo de dwell, ya que el control con calibradores lleva consigo errores cuando la superficie de los platinos no es plana.
Los fabricantes prescriben en los libros de uso y entretenimiento cuál es la distancia más apropiada entre los platinos: en general está comprendida entre 0,45 y 0,7 mm.