Operación que tiene por objeto perfeccionar la superficie de una pieza mecánica, dejándola con unos valores de rugosidad muy bajos (de 0,3 p a menos de 0,085 p.).
Un acabado superficial tan bueno, que se realiza generalmente por medio de abrasivos especiales, consigue la reducción del coeficiente de rozamiento (es decir, del desgaste) y la eliminación de cualquier microfisura que, en general, representa el inicio de los puntos de rotura. El lapeado se realiza habitualmente en los bulones y en las piezas mecánicas sometidas a fuertes rozamientos.