Literalmente, el usuario es todo aquel que usa algo. En este sentido, pues, con referencia a la circulación hay que distinquir entre el usuario de un vehículo y el de la vía pública. El primero es el viajero, o sea toda persona que, mediante retribución o sin ella, está situada en el vehículo con conocimiento del conductor o del encargado del mismo. En cuanto al usuario de la vía pública, concepto que alcanza prácticamente a todos, puede decirse que pertenecen a dicha categoría quienes circulan por las vías públicas, ya sean automovilistas, ciclistas, peatones, conductores de vehículos de tracción animal, etc. Sin embargo, el término usuario no implica necesariamente el concepto de circulación. Por ejemplo, el simple propietario de un automóvil, aunque no circule, puede considerarse un usuario de la vía pública, así como el constructor de automóviles y todo aquel que se valga de la misma para fines distintos del de la circulación, como los vendedores ambulantes que sitúan sus mercancías en los márgenes de la calzada. La condición de usuario implica necesaria y automáticamente el respeto a litarismo filosófico. Del idioma inglés, el vocablo pasó al francés, utüitaire, y luego al español. Su uso quedó restringido durante algún tiempo únicamente al terreno filosófico, para pasar luego a todo aquello que tiende a proporcionar al hombre una utilidad práctica.