Serie de operaciones que se efectúan para ajustar un motor a sus condiciones óptimas de funcionamiento; tales operaciones afectan a la carburación, el encendido y el reglaje de la distribución.
Una puesta a punto especialmente lograda, sólo es posible en el banco de pruebas, ya que con este sistema se puede controlar, además de la potencia máxima suministrada, la distribución del par en toda la gama de utilización y escoger los valores o disposiciones con mayor regularidad de funcionamiento.
En la práctica, dada la imposibilidad de tener un avance de encendido, un reglaje de la distribución y una carburación ideales a todos los regímenes, la puesta a punto de un motor se obtiene como solución de compromiso entre la consecución de la potencia máxima y su suministro lo más regular posible.
Especialmente, en los motores construidos en gran serie la puesta a punto nunca es perfecta, tanto por las diferencias existentes entre los diversos grupos propulsores, como por el hecho de que la misma se determina para garantizar un buen funcionamiento a pesar de las variaciones de regulación que se producen con el tiempo. Por todo ello, sólo se consigue una puesta a punto óptima mediante cuidadosos reglajes particulares.
En el lenguaje corriente, la puesta a punto no sólo se aplica al motor y a operaciones tendentes a lograr la buena sincronización y el óptimo rendimiento, sino también a todos aquellos trabajos realizados para lograr el buen funcionamiento del vehículo. En especial, en el sector deportivo la expresión se refiere a las regulaciones y modificaciones efectuadas sobre diversas partes del vehículo (alerones, suspensiones, frenos, neumáticos, etc.) para conseguir un funcionamiento adaptado a las características del recorrido y a las necesidades del piloto.