Antigua prueba automovilística de resistencia, recordada como la más larga y arriesgada entre todas las competiciones de este tipo jamás disputadas. Tan sólo se organizó una edición, en 1908, sobre un recorrido de 34.000 km, que obligaba a los participantes, salidos de Nueva York, a llegar a París viajando en dirección oeste. El vencedor, George Schus-ter, a bordo de un Thomas Flyer de 60 CV, llegó a la capital francesa tras 170 días de viaje.
La manifestación fue ideada por el periódico francés Le Matin y fue dada a conocer en agosto de 1907, al día siguiente de finalizar la Pekín-París, que había sido organizada por el mismo periódico. La fecha de partida fue fijada para el 12 de febrero de 1908. Aquel día, 6 vehículos se presentaron para cumplimentar los requisitos de partida en Times Square, Nueva York, y juntos tomaron la salida ante más de 200.000 personas.
Se trataba de un De Dion Bouton 30 HP; un Motobloc 24/30 HP; un Sizaire-Naudin monocilíndrico, de 900 ce; un Züst 24/40 HP; un Protos 35/70 HP y un Thomas modelo 36 (60 HP). Aparte del pequeño Sizaire-Naudin, todos los demás coches llevaban motores de 4 cilindros.
Entre los coches, los pronósticos señalaban como favoritos al norteamericano Thomas y al alemán Protos, tanto por la superior potencia de que disponían con relación al resto de participantes, como por la cuidada preparación a que habían sido sometidos. El Protos, en particular, se presentó muy bien equipado. Los alemanes, que no participaron en la Pekín-París, habían visto en esta prueba la ocasión ideal para reforzar su prestigio nacional y afirmar la calidad de su industria automovilística. Debido a que el kaiser Guillermo II expresó su deseo de que el Protos tomara parte en esta manifestación, el coche fue conducido por el teniente Hans Koeppen, de la infantería prusiana, junto con el ingeniero militar Hans Knape y el oficial Ernst Maas. El equipo del Thomas estaba formado por George Schuster, mecánico de la marca, el conocido piloto Montague Roberts y Hawold Briankes. A pesar de sus imponentes dimensiones, el coche norteamericano parecía más pequeño y frágil que el Protos.
Los otros 4 coches suscitaron menor interés, aunque los franceses no escondían sus aspiraciones a la victoria final, bien con el Motobloc, cuyo equipo estaba formado por el barón Godard, el fotógrafo Livier y el mecánico Huc, o bien con el robusto De Dion Bouton, conducido por el piloto Bourcier Salnt-Chaf-fray en unión del noruego Hansen y el mecánico Austran. En cambio, las esperanzas del pequeño Sizaire-Naudin, cuyo aspecto de «auto-juguete» frente a sus poderosos rivales, eran muy escasas e inspiraban sentimientos de compasión.
Finalmente, algunos estaban convencidos de ver una victoria de Züst, sobre todo teniendo en cuenta el clamor, todavía presente, suscitado por la victoria del ítala del príncipe Scipione Borghese en la Pekín-París del año anterior. El equipo italiano estaba compuesto por el piloto Sirtori, el mecánico Haag y Antonio Scarfoglio, enviado especial del periódico II Mattino di Napoli.
El desarrollo de la prueba fue muy duro. Las dificultades empezaron inmediatamente después de la salida, al atravesar Estados Unidos. La lluvia, el barro, la nieve y el hielo pusieron muy pronto a prueba las cualidades de los vehículos y el temple de los equipos. El primer coche que alcanzó la costa americana del Pacífico fue el Thomas, que empleó 41 días para ello. Todos los demás participantes se habían visto afectados por problemas de diversa índole y se encontraban muy rezagados.
Incluso el Protos había sufrido varios inconvenientes y en Seattle llevaba ya 3 semanas de retraso respecto al Thomas. Entonces fue cuando el teniente Koeppen decidió recurrir a una solución que le costó al principio la exclusión de la prueba y, posteriormente, la readmisión, pero con una pe-nalización de 15 días: en su intento de recuperar terreno respecto al norteamericano Schuster, Koeppen cargó el Protos en un vagón ferroviario y en tales condiciones realizó más de 1.000 millas. Los demás participantes se encontraban ya fuera de carrera. El equipo alemán volvió a mostrarse nuevamente incorrecto cuando se trató de abandonar el continente americano para pasar al asiático. Mientras que Schuster y su Thomas habían seguido al pie de la letra el reglamento, llegando hasta Alaska y atravesando el estrecho de Bering a bordo de un piróscafo, recorriendo por sus propios medios el Japón, embarcando de nuevo y desembarcando finalmente en Vladivostok, el teniente Koeppen cargó el Protos en un barco y, atravesando el Pacífico, se dirigió directamente a Vladivostok. De ahí que iniciase casi al mismo tiempo que su rival Schuster el largo viaje a través de Siberia.
Los 2 vehículos marcharon durante algunos centenares de kilómetros casi a la par, siguiendo el itinerario marcado por la vía férrea Transiberiana. Sin embargo, al llegar a cierto punto, el Thomas sufrió la rotura completa de la transmisión, cuya reparación le costó al equipo varios días de trabajo. Koeppen no esperó a su contrincante (cosa que, en cambio, había hecho Schuster poco antes, cuando con su ya maltrecho Thomas se detuvo para sacar fuera del fango al Protos que se había quedado inmovilizado), y acumuló sobre el norteamericano una ventaja de más de 15 días.
Pero, después, el coche alemán también tuvo problemas y Schuster logró reducir considerablemente la diferencia. Sin embargo, Koeppen llegó primero a París el 27 de julio. El Thomas lo hizo 3 días después, el 30 de julio, pero fue declarado inmediatamente vencedor de la prueba. Según el reglamento, el Protos tenía un mes de retraso, considerando que a los 15 días de penali-zación impuestos por su trayecto ferroviario por América, tenían que añadirse otros 15 más por la travesía directa del Pacífico. En cualquier caso, ésta fue una de las carreras más polémicas de la historia, debido en parte a la dificultad existente para controlar a los participantes durante grandes etapas del recorrido. Se produjeron numerosas anomalías y fueron muchos los que no aceptaron el resultado oficial, limitándose a mencionar al Thomas Flyer y al Protos, simultáneamente, como los únicos coches que llegaron hasta el final.