TIEMPO DE REACCIÓN - Definición - Significado

Tiempo empleado por el conductor en realizar una acción razonada como consecuencia de un estímulo externo.

Durante la marcha, y en particular en las situaciones de emergencia, es muy importante que el conductor realice todas las maniobras adecuadas con el menor retraso posible con relación al momento en que aparece su necesidad. Dicho retraso, cuya duración puede variar desde una fracción de segundo (0,1 s) hasta varios segundos, se debe al tiempo necesario para el desarrollo de todas las fases que, a nivel psíquico y físico, determinan la reacción razonada.

Es muy importante la forma en que se presenta el estímulo. Éste puede ser de tipo visual (una señal, un testigo luminoso, un semáforo, las luces de otro vehículo, etc.) o de tipo sonoro (un claxon, una sirena, una advertencia de los compañeros de viaje, etc.).

Un primer retraso es el debido al tiempo necesario para percibir y reconocer el estímulo externo. A este propósito, la percepción de un estímulo simple, como la iluminación de las luces de stop del vehículo que va delante o el sonido de un avisador acústico, es relativamente rápida; pero existen estímulos complejos, como una señal o bien la iluminación de un testigo o la indicación de un instrumento, cuya comprensión se halla subordinada a su interpretación y, por tanto, a su inteligibilidad. Por ejemplo, en el caso de las señales de circulación, además del significado de la forma de las mismas, fácilmente reconocible incluso a distancia, es importante que el conductor pueda percibir sin esfuerzo el símbolo existente en ellas.

En este momento existe un segundo período de tiempo durante el cual el cerebro del conductor se da cuenta de la situación que se ha producido y decide, según las circunstancias, las maniobras a realizar.

Este período puede ser brevísimo si el conductor se halla preparado (por experiencia) para afrontar dicha situación, es decir, si ya sabe cómo debe reaccionar ante dicho estímulo (en el límite, se tiene la reacción instintiva). En cambio, puede pasar a ser relativamente largo si la situación resulta nueva para él, caso en el cual el cerebro se halla dedicado durante cierto tiempo a pensar y elegir lo que considera el mejor comportamiento frente a aquella circunstancia particular para la que no está preparado.

El último retraso está determinado por el tiempo que transcurre desde la emisión del impulso motor por parte de los centros nerviosos hasta el cumplimiento efectivo del movimiento requerido, como, por ejemplo, desplazar la mano del volante para accionar el avisador acústico o las luces, levantar el pie del acelerador para situarlo sobre el freno, etcétera.

La suma de estos 3 períodos da el tiempo de reacción que, como se ve, no depende únicamente de la rapidez de reflejos, sino también del tipo de estímulo, de su perceptibilidad y, sobre todo, de la experiencia y la habituación a la conducción.

Además, para una misma situación y un mismo individuo, el tiempo de reacción varía mucho con la atención que el conductor presta a la conducción y con sus condiciones psíquicas y físicas. En efecto, la desatención provoca retrasos en la percepción de estímulos externos, y el cansancio psíquico y físico lleva a indecisiones en la interpretación del estímulo y a una lentitud en los movimientos.