Sistema simple de lubricación, también denominado por barboteo, empleado en un principio para los motores automovilísticos; se utilizó para todos los mecanismos que, pudiendo ser encerrados en una caja, contenían partes que debían lubricarse, como engranajes y cojinetes de bolas, y que podían ser alcanzadas por simple proyección del aceite. Salvo raras excepciones, debidas a la necesidad de tener que refrigerar el líquido con un radiador exterior, este tipo de lubricación es típico de los cambios y de los diferenciales.
En los motores, la lubricación por salpicadura se efectuaba proyectando el aceite contenido en el cárter del motor hacia los cilindros y los acoplamientos biela-pistón; el lubricante era levantado por la inmersión parcial de la cabeza de la biela o por unas cucharillas apropiadas unidas al cigüeñal.
La lubricación por salpicadura quedaba limitada por la cantidad reducida de lubricante que se difundía, con la consiguiente menor refrigeración de las piezas, y por la imposibilidad de distribuir el aceite proporcionalmente a las necesidades de lubricación en la compleja estructura de los motores de 4 tiempos. Así, respecto a la distribución, era indispensable la colocación del árbol de levas en el bloque, con válvulas laterales dada la imposibilidad de lubricar los mecanismos (válvulas, balancines, etc.) situados en la culata.
Este sistema fue abandonado en el sector automovilístico para dar paso a la más compleja pero más eficaz lubricación por circulación forzada; sin embargo, se mantuvo para algunos motores monocilíndricos pequeños para uso industrial.