Designación de una línea de modelos de lujo de la Chrysler Corporation desde 1926 que, en 1954, se convirtió en una marca propiamente dicha, alineándose junto a las demás del grupo, como Dodge, Plymouth, etc.
En la práctica, se trató de una simple operación comercial, llevada a cabo a fin de diferenciar mejor los Imperial de los demás automóviles Chrysler, la cual no tardó en dar sus frutos: de las 5.716 unidades fabricadas en 1954, se pasó a 11.432 en 1955.
Desde su debut, los Imperial debían responder a un fin preciso en el programa de desarrollo de la Chrysler: situarse en el sector de mercado en posesión de los Cadillac y los Lincoln. A pesar de su proclamada independencia, estos automóviles siempre han adoptado soluciones técnicas y sugerencias estilísticas de la Chrysler. Entre éstas figuran los motores Chrysler V8 con válvulas en cabeza y una potencia inicial de 180 CV, que pasó a 350 CV en 1966, transmisión automática y frenos en las 4 ruedas con dispositivo antideslizante de tipo electrónico introducido en 1971. A principios de los años setenta los Imperial, adecuándose a la nueva concepción del automóvil basada más en la seguridad y en el confort que en la potencia, adoptaron motores, también de 8 cilindros en V, que no superan los 230 CV.
En lo referente al aspecto estético, la línea ha ido evolucionando continuamente: de la redondeada con partes frontales macizas se pasó a las largas aletas traseras y al uso indiscriminado de cromados que, a su vez, se abandonaron a principios de los años sesenta en favor de una línea más alargada y con menos adornos.
Al iniciarse los años setenta se pasó a la carrocería casi geométrica, provista de aristas vivas, limpia y esencial.
Todas las carrocerías Imperial llevan la firma de Le Barón, una de las fábricas norteamericanas de carrocerías más prestigiosas, y desde 1957, con el fin de subrayar la colaboración, los automóviles se denominan Imperial Le Barón.