Por aptitud para la conducción se entiende la suficiencia o idoneidad que necesita la persona destinada a guiar un automóvil. Esto se refleja en el conjunto de requisitos, físicos, psíquicos y morales, así como en la superación del examen de aptitud (teórico y práctico) y la obtención del permiso correspondiente (*permiso de conducción). En general, las normas de cada país reflejan los acuerdos internacionales. Estos, además de los requisitos anteriormente mencionados, exigen que un conductor esté siempre «en estado físico y mental adecuados para poder conducir». Por tanto, además de la aptitud inicial necesaria, ello hace referencia a los estados de cansancio, sueño, enfermedad, embriaguez, etc.